Un factor silencioso detrás del dolor lumbar crónico
- Alvaro Rodriguez Franco
- 16 ago
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Basado en: Grunhagen T, Shirazi-Adl A, Fairbank JC, Urban JP. Intervertebral disk nutrition: a review of factors influencing concentrations of nutrients and metabolites. Orthop Clin North Am. 2011 Oct;42(4):465-77, vii. doi: 10.1016/j.ocl.2011.07.010. PMID: 21944584.
El dolor lumbar es una de las causas más frecuentes de consulta médica y una de las principales razones de incapacidad en el mundo. Sin embargo, en muchos casos no se tiene en cuenta la implicación de la nutrición del disco intervertebral como factor esencial.
Aunque solemos atribuir el dolor a hernias, contracturas o artrosis, existe una dimensión poco explorada —pero clínicamente relevante— relacionada con cómo se "alimentan" los discos de la columna vertebral. Y es precisamente ahí donde pueden empezar muchos problemas.
¿QUÉ ES UN DISCO INTERVERTEBRAL Y POR QUÉ NECESITA NUTRIENTES?
Los discos intervertebrales son estructuras situadas entre las vértebras. Funcionan como amortiguadores, facilitando la movilidad de la columna y absorbiendo impactos.
Cada disco está formado por:
Un núcleo pulposo (parte central, gelatinosa)
Un anillo fibroso (estructura externa más rígida)

Aunque no lo parezca, los discos son tejidos vivos. Están compuestos por células que, como cualquier otra célula del cuerpo, requieren nutrientes como oxígeno y glucosa para mantenerse activas y funcionales.
La particularidad es que estos discos no tienen irrigación sanguínea directa. Los nutrientes deben llegar mediante un proceso de difusión a través de los platillos vertebrales (endplates).
¿QUÉ FACTORES DIFICULTAN LA NUTRICIÓN DEL DISCO?
La revisión de Grunhagen et al. (2011) identifica múltiples factores que pueden limitar el aporte de nutrientes al disco intervertebral:
Edad avanzada: Con los años, las vías de difusión se vuelven menos eficaces y puede haber calcificación de los platillos vertebrales, dificultando el paso de sustancias esenciales.
Sedentarismo y compresión sostenida´: Permanecer mucho tiempo sentado o mantener posturas fijas limita el intercambio de nutrientes al reducir el movimiento del fluido intradiscal.
Deshidratación discal: La pérdida de agua en el núcleo pulposo disminuye la capacidad de absorción y distribución de nutrientes.
Tabaquismo: Afecta la microcirculación y reduce la oxigenación tisular, lo que impacta directamente en los tejidos menos irrigados.
Exceso de carga o sobrepeso: Aumenta la presión sobre los discos y dificulta el transporte de nutrientes a través del cartílago y la matriz del disco.

Estos factores, de forma progresiva, pueden alterar el entorno bioquímico del disco y favorecer la degeneración discal, con consecuencias como dolor lumbar, rigidez o incluso hernias.
¿QUÉ SE PUEDE HACER PARA MEJORAR LA NUTRICIÓN DEL DISCO?
La evidencia científica sugiere que es posible mejorar el entorno nutricional del disco mediante cambios concretos en el estilo de vida y enfoques terapéuticos adaptados:
Ejercicio progresivo y movimiento controlado: Favorece el efecto de “bomba” que facilita la entrada de nutrientes al núcleo discal. El movimiento intermitente mejora la difusión y la oxigenación celular.
Distribución eficiente de cargas: Evitar posturas mantenidas o desequilibrios mecánicos permite mantener un entorno más favorable para el metabolismo del disco.
Mejora de la oxigenación y salud vascular: Un sistema cardiorrespiratorio eficiente mejora la disponibilidad de oxígeno, especialmente en tejidos con baja perfusión como los discos.
Hidratación, descanso y control de tóxicos: Mantener una hidratación adecuada, descansar correctamente y evitar el tabaco contribuye al equilibrio osmótico y favorece un entorno celular más estable.
Este enfoque no solo puede reducir síntomas, sino que también puede prevenir la progresión del daño estructural cuando se aplica de forma temprana y consistente.
La nutrición del disco intervertebral es un proceso fundamental para la salud de la columna vertebral. Aunque silencioso, desempeña un papel clave en el desarrollo o la prevención del dolor lumbar crónico.
Comprender cómo se alteran estos mecanismos y qué factores los afectan permite no solo actuar sobre el síntoma, sino intervenir sobre las causas que lo perpetúan. La evidencia es clara: el movimiento inteligente, una buena oxigenación, la gestión de cargas y unos hábitos saludables son determinantes para preservar la funcionalidad discal.
PREGUNTAS FRECUENTES
¿Puedo mejorar una hernia discal sin cirugía?
Sí. Muchos casos evolucionan favorablemente con tratamiento conservador. El ejercicio terapéutico, la educación postural y la mejora del entorno metabólico del disco pueden reducir los síntomas y mejorar la función sin necesidad de cirugía.
¿Qué hábitos dañan los discos de la columna vertebral?
El sedentarismo, las malas posturas mantenidas, el tabaquismo, la deshidratación y el sobrepeso son algunos de los factores más perjudiciales para el entorno nutricional del disco.
¿Cómo saber si el dolor lumbar está relacionado con un disco?
Señales frecuentes incluyen dolor que aumenta al estar sentado, rigidez por la mañana, dolor irradiado a piernas o sensación de hormigueo. La valoración clínica es clave para confirmar el origen.
¿Beber más agua mejora la hidratación del disco?
La hidratación general del organismo es importante, pero el factor más determinante es el movimiento. Sin carga intermitente, el disco pierde su capacidad de absorber y distribuir líquidos.
¿Es seguro hacer ejercicio si tengo degeneración o hernia discal?
Sí, siempre que esté bien adaptado a la condición del paciente. Actividades como caminar, nadar, pilates o bici estática pueden ser muy beneficiosas si se evitan movimientos bruscos y se cuenta con seguimiento profesional.









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