Un año después de operarte la rodilla: ¿Cómo te encuentras realmente?
- Alvaro Rodriguez Franco
- 9 jul
- 3 Min. de lectura
Basado en Culvenor, A. G., Collins, N. J., Guermazi, A., Cook, J. L., Vicenzino, B., Whitehead, T. S., Morris, H. G., & Crossley, K. M. (2015). Early patellofemoral osteoarthritis features one year after anterior cruciate ligament reconstruction: Symptoms and quality of life at three years. Arthritis Care & Research, 67(4), 637–646. https://doi.org/10.1002/acr.22485
Seguimos ampliando la serie de entradas dedicadas al LCA. Tras explorar el tratamiento quirúrgico y conservador, la importancia de una rehabilitación basada en criterios funcionales y el riesgo de recaída al volver demasiado pronto al deporte, hoy abordamos una consecuencia menos visible pero fundamental para el futuro de tu rodilla: los cambios articulares que pueden aparecer incluso tras una cirugía “exitosa”.
Aunque la cirugía de LCA suele verse como la solución definitiva, lo cierto es que puede dejar secuelas estructurales en la rodilla si no se aborda una rehabilitación completa e individualizada.

Lesiones tras la cirugía
Un grupo de investigadores liderado por Culvenor siguió durante tres años a un grupo de pacientes jóvenes que se habían operado del LCA con injerto de isquiotibiales. A través de resonancia magnética realizada un año después de la cirugía, identificaron que un número considerable de ellos presentaba lesiones en el cartílago de la articulación femoropatelar, es decir, entre la rótula y el fémur.
Lo preocupante no es solo el hallazgo en la imagen, sino que estas lesiones se asociaron con peores resultados funcionales y de calidad de vida a los tres años tras la operación. En cambio, las lesiones en el compartimento tibiofemoral (la parte inferior de la articulación) no se relacionaron con peores síntomas.

¿Qué síntomas se asociaron con estas lesiones?
Los pacientes con lesiones de cartílago en la articulación femoropatelar presentaron:
Mayor dolor al hacer deporte.
Más limitaciones en actividades recreativas.
Peor puntuación en escalas de calidad de vida relacionadas con la rodilla (KOOS-QOL, indica que el paciente siente mayor impacto en su día a día por la lesión: más molestias, limitaciones en el movimiento y preocupación por el estado futuro de su rodilla).
Mayor rigidez o molestias persistentes.

¿Qué papel juega la función muscular?
Además de las imágenes, los investigadores analizaron el rendimiento funcional de los pacientes mediante pruebas como:
Hop test (salto en una pierna).
1-leg rise test (levantarse, estando sentado, con una pierna).

El test 1-leg rise fue clave: quienes no podían hacer al menos 22 repeticiones con la pierna operada, tenían también peores puntuaciones en la calidad de vida relacionada con su rodilla.
¿Y qué podemos hacer desde la fisioterapia?
Este estudio destaca dos cosas fundamentales para el tratamiento:
Mirar más allá del LCA: muchas veces centramos la atención en el injerto, pero olvidamos evaluar cómo está la articulación patelofemoral. Esta puede ser la clave para entender por qué algunos pacientes tienen dolor persistente incluso años después de operarse.
No subestimar los test funcionales: una buena función muscular y control del movimiento son claves no solo para volver al deporte, sino para evitar el deterioro de la articulación a medio plazo.
¿Esto significa que la cirugía provoca artrosis?
No exactamente. Lo que este estudio sugiere es que:
Existen cambios estructurales visibles en la resonancia magnética incluso cuando la radiografía parece normal.
Estos cambios pueden aparecer pronto, en el primer año tras la operación.
Si no se detectan ni se tratan adecuadamente, pueden influir en la aparición de artrosis sintomática en el futuro.
Preguntas frecuentes
¿Es normal tener dolor en la rótula tras operarme el LCA?
Es más común de lo que parece. La articulación entre la rótula y el fémur sufre mucho tras la operación y durante la rehabilitación, especialmente si no se adapta el programa a sus necesidades.
¿Qué puedo hacer para evitar la artrosis?
Mantener una buena fuerza, realizar ejercicios que no sobrecarguen la rótula, y acudir a revisiones funcionales. La fisioterapia activa y progresiva es clave.
¿Se pueden revertir estos cambios?
Algunas lesiones (como las de edema óseo o cartílago superficial) pueden mejorar con el tiempo si se tratan adecuadamente. Otras pueden estabilizarse. De ahí la importancia de detectarlas a tiempo.









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